24/2/13

ANTES QUE SEA TARDE




Lucas 13, 1-9

            Por aquel mismo tiempo se presentaron unos a Jesús y le hablaron de aquellos galileos a quienes Pilato había hecho matar cuando ofrecían el sacrificio,  mezclando así su sangre con la de los animales sacrificados.
Jesús Dijo:
            -¿Creéis vosotros que esos galileos sufrieron tal suerte porque fueran más pecadores que los demás galileos? Pues yo os digo que no. Y añadiré que si no os convertís, todos vosotros pereceréis igualmente. ¿O creéis que aquellos dieciocho que murieron al derrumbarse la torre de Siloé eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?.
            Pues yo os digo que no. y añadiré que, si no os convertís, todos vosotros pereceréis de forma semejante.

Jesús les contó entonces esta parábola:
            - Un hombre había plantado una higuera en su viña; pero, cuando fue a buscar higos en ella, no encontró ninguno.
Entonces dijo al que cuidaba la viña:
"·Ya hace tres años que vengo en busca de higos a esta higuera, y nunca los encuentro. Así que córtala, para que no ocupe terreno inútilmente".
Pero el viñador le contesto:
"Señor déjala un año más. Cavaré la tierra alrededor de ella y la echaré abono. Puede ser que después de frutos; y si no los da, la cortas entonces".
 
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 Comentarios de: José Antonio Pagola.

           Había pasado ya bastante tiempo desde que Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos.

          Pero es realista. Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: "Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.

          Va pasando el tiempo y Jesús ve que la gente no reacciona a su llamada como sería su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al "Reino de Dios". Jesús va a insistir. Es urgente cambiar antes que sea tarde.

          En cierta ocasión cuenta una pequeña parábola. Un propietario de un terreno tiene plantada una higuera en medio de su viña. Año tras año, viene a buscar fruto en ella y no lo encuentra. Su decisión parece la más sensata: la higuera no da fruto y está ocupando inútilmente un terreno, lo más razonable es cortarla.

          Pero el encargado de la viña reacciona de manera inesperada. ¿Por qué no dejarla todavía? Él conoce aquella higuera, la ha visto crecer, la ha cuidado, no la quiere ver morir. Él mismo le dedicará más tiempo y más cuidados, a ver si da fruto.

          El relato se interrumpe bruscamente. La parábola queda abierta. El dueño de la viña y su encargado desaparecen de escena. Es la higuera la que decidirá su suerte final. Mientras tanto, recibirá más cuidados que nunca de ese viñador que nos hace pensar en Jesús, "el que ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".

          Lo que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas, promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón nuevo", una respuesta responsable y decidida a la llamada de Jesús a entrar en la dinámica del Reino de Dios.

          Hemos de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con su Espíritu.

          Hemos de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia.

José Antonio Pagola



Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
 Impulsa la conversión en la Iglesia.  Pásalo.
3 de marzo de 2013
3 Cuaresma (C)
Lucas 13, 1-9


18/2/13

ESCUCHAR A JESÚS



Lucas 9, 28b-36

Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió
 
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle."
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.



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          Los cristianos de todos los tiempos se han sentido atraídos por la escena llamada tradicionalmente "La transfiguración del Señor". Sin embargo, a los que pertenecemos a la cultura moderna no se nos hace fácil penetrar en el significado de un relato redactado con imágenes y recursos literarios, propios de una "teofanía" o revelación de Dios.
          Sin embargo, el evangelista Lucas ha introducido detalles que nos permiten descubrir con más realismo el mensaje de un episodio que a muchos les resulta hoy extraño e inverosímil. Desde el comienzo nos indica que Jesús sube con sus discípulos más cercanos a lo alto de una montaña sencillamente "para orar", no para contemplar una transfiguración.
          Todo sucede durante la oración de Jesús: "mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió". Jesús, recogido profundamente, acoge la presencia de su Padre, y su rostro cambia. Los discípulos perciben algo de su identidad más profunda y escondida. Algo que no pueden captar en la vida ordinaria de cada día.
          En la vida de los seguidores de Jesús no faltan momentos de claridad y certeza, de alegría y de luz. Ignoramos lo que sucedió en lo alto de aquella montaña, pero sabemos que en la oración y el silencio es posible vislumbrar, desde la fe, algo de la identidad oculta de Jesús. Esta oración es fuente de un conocimiento que no es posible obtener de los libros.
          Lucas dice que los discípulos apenas se enteran de nada, pues "se caían de sueño" y solo "al espabilarse", captaron algo. Pedro solo sabe que allí se está muy bien y que esa experiencia no debería terminar nunca. Lucas dice que "no sabía lo que decía".
          Por eso, la escena culmina con una voz y un mandato solemne. Los discípulos se ven envueltos en una nube. Se asustan pues todo aquello los sobrepasa. Sin embargo, de aquella nube sale una voz: "Este es mi Hijo, el escogido. Escuchadle". La escucha ha de ser la primera actitud de los discípulos.
          Los cristianos de hoy necesitamos urgentemente "interiorizar" nuestra religión si queremos reavivar nuestra fe. No basta oír el Evangelio de manera distraída, rutinaria y gastada, sin deseo alguno de escuchar. No basta tampoco una escucha inteligente preocupada solo de entender.
          Necesitamos escuchar a Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Todos, predicadores y pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar su Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras desciendan de nuestras cabezas hasta el corazón. Nuestra fe sería más fuerte, más gozosa, más contagiosa.
José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a escuchar a Jesús desde el fondo del corazón. Pásalo.
24 de febrero de 2013
2 Cuaresma  (C)
Lucas 9,28-36

15/2/13

EL ABUELO PAPA, BENEDICTO.



          El abuelo tiene 85 años. Su vida se ha gastado dando lo mejor de sí mismo sirviendo con mucho amor a su familia. Se merece un descanso sereno. Es muy humano.



          El abuelo ha trabajado duramente impulsando la esencia de los valores que le han hecho ser un hombre de profundas convicciones. Se merece un respiro confortable. Es muy humano.



          El abuelo siente mucha fatiga para desplazarse donde están sus hijos. Se merece que sus hijos se desplacen para sentirle a su lado. Es muy humano.



          El abuelo no está ya para tomar decisiones sobre lo que será bueno para sus nietos. Ha cambiado tanto la vida que es mejor que sean ellos mismos los que asuman las responsabilidades del mundo donde les ha tocado vivir. Es muy humano.



           El abuelo sigue siendo respetado, querido, aclamado. No pierde absolutamente nada de su valía, porque es su persona la que tiene valía como persona. Él sigue siendo el icono que reúne a la familia cuando se piensa en él, al recordar sus palabras, al leer sus memorias, al rememorar sus añoranzas tantas veces contadas. Porque una persona vale por sí misma y no por lo que representa, aunque en esta ocasión sea las de ser un abuelo, por los años, y que al mismo tiempo ejerce la misión de Papa. Cuando somos así, demostramos que somos muy humanos.



              La renuncia del Papa a seguir siendo Abuelo-Papa, (y utilizo este término con todo el respeto, cariño y admiración hacia los que ya tienen una edad avanzada) ha sido un gesto profético que humaniza la vida del papa y de la iglesia, que la aleja de todos los boatos y pompas del poder, del que tanto se dice que hay en el Vaticano.



El papa Benedicto, renunciando a su papado, contribuye a seguir renovando la iglesia mucho más que con sus elegantes y profundos discursos. No olvidemos que la fe cristiana hace humano a lo divino y lo divino lo hace humano. Es un fuerte impulso para continuar abriendo ventanas y que entre el aire fresco también a los 50 años del Concilio Vaticano II, del que él fue en su juventud un gran impulsor. Su gesto ha puesto de manifiesto que la iglesia de Jesús tiene que dejarse guiar por la fuerza y la libertad del Espíritu de Jesús, y no tanto por otras estrategias y ataduras de otros tiempos. 



          El papa Benedicto, renunciando a su papado, no tira la toalla, como dicen algunos titulares de la prensa, ni se rinde ante las estrategias incorregibles de la curia, ni ante la alarmante situación de los casos más escandalosos, ni se sacude el mandato por la falta de apoyo a sus reformas, ni huye del sacrificio de la cruz de cada día… El papa, Benedicto, ha entendido que su persona no es el centro de la fe, que no es a él a quien hay que “adorar”,  ni es él quien tiene el monopolio de  la iglesia de Jesús, sino que es el Espíritu de Jesús, expresado en el evangelio que está por encima de nuestras organizaciones e instituciones. Él, como Papa, es infalible, pero tiene fecha de caducidad, porque es simplemente humano. Solo Dios es la verdad y es eterno.  



          Han pasado 700 años para que se dé este avance,  que debería ser tan de la vida normal en la vida de la iglesia, como lo es en la vida de cualquier abuelo de la familia, por importante que haya sido.  El papa Benedicto, con este gesto, ya ha quitado mucha herrumbre que pesaba sobre ella. Gracias, abuelo-papa, porque  haciéndote humilde, te has hecho más humano y más divino.



          Que otros monseñores, de aquí y de allá, tan abuelos como el papa, tomen su ejemplo. La iglesia no debe estar dirigida ya por el inmovilismo de abuelos, entrañables, pero con la lentitud de los abuelos. Su eficacia es mayor si ejercen su testimonio de fe, desde la humildad de ser simplemente abuelos llenos de fe y de cordura, dando paso a quienes están en plenas facultades. Que los grupos católicos, más integristas y más papistas que el papa, tomen nota de ello y sigan su ejemplo, sin esperar otros 700 años. Dios, está por encima de nosotros y puede actuar por encima de las limitaciones humanas, es verdad, pero, nos respeta tanto, que no hace nunca nada sin contar con nosotros. Si nosotros frenamos, Él  frena. Si nosotros abrimos caminos, Dios nos ayuda a avanzar.

         

          Necesitamos personas dinámicas, emprendedoras, con capacidad de ver más allá de lo que siempre se hizo igual. Tampoco pongo, por sistema, a los jóvenes, como si fueran el remedio y, menos a ciertos jóvenes curas y obispos de ahora que, ante las adversidades, se escudan en ser ejecutores de órdenes de rancio abolengo y no están por lo que les tocaría ser: trampolines de energía que impulsan una constante renovación profunda para situar a la iglesia en  el corazón de las masas y en diálogo con los tiempos actuales.



          Espero que el próximo papa, y todos con  él, hagamos posible una profunda humanización, desde dentro de las entrañas de la iglesia, para que también se irradie a la humanización de otras realidades del mundo.


                                                                                               Tino Escribano.

11/2/13

NO DESVIARNOS DE JESÚS



Lucas 4, 1-13
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan." Jesús le contestó: "Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»".
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo."
Jesús le contestó: "Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»". Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»".
Jesús le contestó: "Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»".
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

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          Las primeras generaciones cristianas 
http://www.diocesismalaga.es/images/albumes/fano/20110313.jpgse interesaron mucho por las pruebas y tensiones que tuvo que superar Jesús para mantenerse fiel a Dios y vivir siempre colaborando en su proyecto de una vida más humana y digna para todos.

          El relato de las tentaciones de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, "el demonio se marchó hasta otra ocasión". Las tentaciones volverán en la vida de Jesús y en la de sus seguidores.

          Por eso, los evangelistas colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores han de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de él.

          En la primera tentación se habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre: "no solo de pan vive el hombre". Lo primero para Jesús es buscar el reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.

          También hoy nuestra tentación es pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.

          En la segunda tentación se habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el diablo que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: "Al Señor, tu Dios, adorarás". Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.

          También hoy se despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al reino de Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y solidario.

          En la tercera tentación se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar:"No tentarás al Señor, tu Dios". Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del cielo. Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la gente.

          Nos desviamos de Jesús cuando confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.     
    

José Antonio Pagola



Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Ayuda a los cristianos a no desviarse de Jesús. Pásalo.
17 de febrero de 2013
1 Cuaresma (C)
Lucas 4, 1-13