Marcos 1,1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta
Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una
voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos."» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
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José Antonio Pagola
A lo largo de este nuevo año litúrgico, los cristianos
iremos leyendo los domingos el evangelio de Marcos. Su pequeño escrito arranca
con este título: «Comienzo de la buena noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de
Dios». Estas palabras nos permiten evocar algo de lo que encontraremos en
su relato.
Con Jesús «comienza algo nuevo». Es lo primero que quiere
dejar claro Marcos. Todo lo anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo
de algo nuevo e inconfundible. En el relato, Jesús dirá que «el tiempo se ha
cumplido». Con él llega la buena noticia de Dios.
Esto es lo que están experimentando los primeros cristianos.
Quien se encuentra vitalmente con Jesús y penetra un poco en su misterio sabe
que con él empieza una vida nueva, algo que nunca había experimentado
anteriormente.
Lo que encuentran en Jesús es una «Buena Noticia». Algo
nuevo y bueno. La palabra «evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre
los primeros seguidores de Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con
él. Una sensación de liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos.
En Jesús se encuentran con «la salvación de Dios».
Cuando alguien descubre en Jesús al Dios amigo del ser
humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor de los últimos, la esperanza
de los perdidos, sabe que no encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el
proyecto de Jesús de trabajar por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe
que no podrá dedicarse a nada más grande.
Esta Buena Noticia es Jesús mismo, el protagonista del
relato que va a escribir Marcos. Por eso su intención primera no es ofrecernos
doctrina sobre Jesús ni aportarnos información biográfica sobre él, sino
seducirnos para que nos abramos a la Buena Noticia que solo podremos encontrar
en él.
Marcos le atribuye a Jesús dos títulos: uno típicamente
judío; el otro, más universal. Sin embargo, reserva a los lectores algunas
sorpresas. Jesús es el «Mesías» al que los judíos esperaban como liberador de
su pueblo. Pero un Mesías muy diferente del líder guerrero que muchos anhelaban
para destruir a los romanos. En su relato, Jesús es descrito como enviado por
Dios para humanizar la vida y encauzar la historia hacia su salvación
definitiva. Es la primera sorpresa.
Jesús es «Hijo de Dios», pero no dotado del poder y la
gloria que algunos hubieran imaginado. Un Hijo de Dios profundamente humano,
tan humano que solo Dios puede ser así. Solo cuando termine su vida de servicio
a todos, ejecutado en una cruz, un centurión romano confesará: «Verdaderamente
este hombre era Hijo de Dios». Es la segunda sorpresa.
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