Lucas 2,16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se
les había dicho de aquel niño.Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
*****||*****
José Antonio Pagola
Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a
los lectores que «María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su
corazón». No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como
una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.
No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según
este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de
otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más
humana nuestra vida.
Por eso Lucas utiliza un recurso literario muy original.
Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación
de Jesús resucitado se nos está ofreciendo hoy, ahora mismo, siempre que
nos encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.
Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: «Os ha nacido
hoy, en la ciudad de David, un Salvador». Hoy puede nacer Jesús para
nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Ahora mismo
podemos nacer con él a una existencia nueva.
En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico.
Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el
perdón: «Tus pecados quedan perdonados». La gente reacciona alabando a Dios:
«Hoy hemos visto cosas admirables». También nosotros podemos experimentar hoy
el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.
En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo,
rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma:
devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús
le dice: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa». Si dejamos entrar a Jesús
en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y
solidaria.
Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos
malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: «Acuérdate de mí cuando estés en
tu reino». Jesús reacciona inmediatamente: «Hoy estarás conmigo en el paraíso».
También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos
de Jesús esas palabras tan esperadas: «Descansa, confía en mí, hoy estarás
conmigo para siempre».
Hoy comenzamos un año nuevo. Pero ¿qué puede ser para
nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una
alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven
los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo bueno que Jesús
despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar
a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario